La Organización Mundial de la Salud define el Envejecimiento Activo como "el proceso que se produce a lo largo del curso de la existencia y que lleva consigo la optimización del bienestar físico, social y mental con el fin de extender las expectativas de salud, la participación y la seguridad y, con ello, la calidad de vida en la vejez".
Expertos en la vertiente asistencial de la salud pública y privada aconsejan, además de fomentar la salud, una dieta equilibrada que puede ser de gran utilidad en periodos de convalecencia y en el tratamiento de ciertas patologías.
La esperanza de vida en las sociedades desarrolladas ha aumentado notoriamente y hoy en día las personas pueden sobrepasar los 65 años con un satisfactorio estado de salud y un nivel de vida activo y la alimentación juega un papel fundamental e incluso puede marcar la diferencia entre una vejez sana, activa y un final asistido.
Llegados a la vejez, nos podemos encontrar dos tipos de dietas: La dieta preventiva y la dieta terapéutica. La primera previene los factores de riesgo y promociona estilos de vida saludables como la alimentación equilibrada y el ejercicio físico regular. La dieta terapéutica tiene como objetivo formar parte fundamental del tratamiento y mejorar o evitar manifestaciones clínicas.
Sobre todo debemos animarnos a seguir las indicaciones de los expertos porque nunca es tarde para cambiar los hábitos alimentarios que faciliten un envejecimiento satisfactorio y una mejor calidad de vida.
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